Pero ninguna de estas palabras definen el rasgo más suyo. Pedro escuchaba y no hablaba al instante. Se frenaba, algo lo frenaba, hacía una pausa y nos daba una mirada. Si no estaba de acuerdo, eso bastaba. Una mirada que sin quererlo expresaba su dignidad inalcanzable. Esa dignidad nos respondía, nos decía algo, no sabemos qué. No respetaba el lenguaje racional y sintagmático de las palabras. Se acomodaba en otro registro. Esa pausa era su lenguaje. Esa mirada nos dejó. (Axel Rivas, por la muerte de Pedro Krotsch)
miércoles, 15 de julio de 2009
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