lunes, 20 de julio de 2009

087. LA IRONIA

La ironía enseña a sabotear una frase/ como se hace con un motor de un automóvil:/ si sacas una pieza la máquina no anda, si mueves/ en el verbo en el sustantivo una letra/ la frase trágica se torna divertida/ Y la divertida, trágica. (Gonzalo Tavares)

086. ARITMETICA

El gobierno corregía los desequilibrios sociales mediante un reequilibrio numérico: ponía dos centinelas alrededor de cada pobre. (Gonzalo Tavares)

085. SUPERIOR

"¿Qué mundo sería este en el que un simple paje puede vencer a un noble caballero? Ese mundo no existe, ni existirá jamas".

miércoles, 15 de julio de 2009

084. LENGUAJE DE LA MIRADA

Pero ninguna de estas palabras definen el rasgo más suyo. Pedro escuchaba y no hablaba al instante. Se frenaba, algo lo frenaba, hacía una pausa y nos daba una mirada. Si no estaba de acuerdo, eso bastaba. Una mirada que sin quererlo expresaba su dignidad inalcanzable. Esa dignidad nos respondía, nos decía algo, no sabemos qué. No respetaba el lenguaje racional y sintagmático de las palabras. Se acomodaba en otro registro. Esa pausa era su lenguaje. Esa mirada nos dejó. (Axel Rivas, por la muerte de Pedro Krotsch)


miércoles, 1 de julio de 2009

083. PALABRAS

Cierta vez Freud oyó desde una habitación próxima un niño que decía :"Tía, háblame, tengo miedo". "¿De que te sirve ni no me ves?”, respondió la tía."Hay más luz cuando alguien habla", dijo el niño.

martes, 31 de marzo de 2009

082. VUELTAS

El río da muchas vueltas, pero sabe de dónde viene y sabe adónde va. Yo también estoy dando vueltas, pero me he olvidado el origen y no se cuál será mi final.

lunes, 30 de marzo de 2009

081. LA PESTE


"Pero sabía que, sin embargo, esta crónica no puede ser el relato de la victoria definitiva. No puede ser más que el testimonio de lo que fue necesario hacer y que sin duda deberían seguir haciendo contra el terror y su arma infatigable, a pesar de sus desgarramientos personales, todos los hombres que, no pudiendo ser santos, se niegan a admitir las plagas y se esfuerzan, no obstante, en ser médicos.
Oyendo los gritos de alegría que subían de la ciudad, Rieux tenía presente que esta alegría está siempre amenazada. Pues él sabía que esta muchedumbre dichosa ignoraba lo que se puede leer en los libros, que el bacilo de la peste no muere ni desaparece jamás, que puede permanecer durante decenios dormido en los muebles, en la ropa, que espera pacientemente en las alcobas, en las bodegas, en las maletas, los pañuelos y los papeles, y que puede llegar un día en que la peste, para desgracia y enseñanza de los hombres, despierte a sus ratas y las mande a morir en una ciudad dichosa". (CAMUS. LA PESTE: FINAL)